Excelencia y Humanización

Llevo unos días dándole vueltas a un tema que siempre me ha resultado interesante, como pudísteis comprobar en el último post en el que hablábamos sobre la humanización de la asistencia psiquiátrica. La verdad es que estoy contenta por la buena aceptación que ha tenido, ya que he podido comprobar que no soy la única que piensa en los cambios necesarios fuera de la radicalidad y que además parece haber interés y comprensión por parte incluso de algunos compañeros dedicados a la gestión.

Pero hablando sobre el tema en twitter me encontré con alguien que despreciaba tajantemente el tema de la humanización y lo tachaba de “moda” que en nada beneficia a los pacientes a la vez que me instaba a sustituir este concepto por el de excelencia clínica, negando por completo la compatibilidad de ambos. Entre tweet y tweet pasó de puntillas la política y mi primera cuestión fue si cada concepto podría estar relacionado con una corriente política distinta, pero decidí no darle vueltas a esto para no caer en el error de politizar, ni el tema ni a mí misma. No soy yo experta en gestión, ni mucho menos, pero tanto el concepto de excelencia como el de humanismo aplicados a la sanidad creo tenerlos claro. Aún así decidí documentarme un poco sobre el tema.

La web del Ministerio de Sanidad incluye una sección que nos habla de excelencia clínica dentro del Plan de Calidad para el Sistema Nacional de Salud; aquí podéis comprobar cómo la excelencia clínica abarca los siguientes aspectos: evaluar técnicas y procedimientosauditar centros y servicios, unidades asistenciales: estándares y recomendaciones, mejorar la seguridad de los pacientes, mejorar la atención a los pacientes y mejorar la práctica clínica. Bien, pues teniendo en cuenta esto, ¿de verdad una atención excelente, de calidad, está reñida con una atención más humana? Seguía sin verlo claro: saber cuáles son las debilidades de los servicios de salud mental para mejorar la seguridad y la atención de los pacientes y la práctica clínica implica, al menos en psiquiatría, pasar por el filtro de la humanización más de un aspecto. Claro que no siempre, no hay más que pararse a pensar en la reivindicación de un abordaje muldisciplinar del Trastorno Límite de la Personalidad que nos recordaba Alaitp (Asociación Levantina de Ayuda e Investigación para los Trastornos de la Personalidad)recientemente; en este caso bastaría centrarse en la búsqueda de la excelencia y crear unidades específicas de tratamiento, pero a día de hoy apenas existen… cuestión que nos da para otro post, más adelante.

Si nos centramos en uno de los temas más controvertidos de la asistencia psiquiátrica, la contención mecánica, tengo claro que ésta no es siempre la opción más segura para el paciente agitado ni la más humana: la ansiedad (más bien angustia) de un paciente con riesgo de agitación o riesgo suicida es tan grande que ante la amenaza de una contención sólo puede aumentar poniendo en riesgo la seguridad del propio paciente, del personal y del resto de pacientes. No voy a negar que llega a ser necesaria e inevitable esta medida según casos (las situaciones ante las que nos encontramos pueden ser muy diversas y, sobre todo, complejas); pero hay opciones, ya lo vimos hace días, y éstas pasan por hacer que aflore nuestra vertiente más humana en pro de alcanzar una asistencia focalizada en la calidad y la excelencia, que para este caso supondría que pusiéramos todos los medios, humanos y materiales, a nuestro alcance para evitar llegar al extremo de la contención que implica privar de toda libertad a nuestro paciente (con la venia de su señoría, sí, pero si podemos evitarlo ¿por qué no intentarlo?).

Ahí, pues, estaba mi debate. Sergio García y Carlos Rodrigo (ambos profesionales de la gestión sanitaria) me explicaban que “la excelencia es el objetivo, inalcanzable, pero que debemos tener como organización y a nivel individual... en todos los sentidos.” y que la humanización debíamos sólo tenerla en cuenta “para evitar nuestro egoísmo animal. Pero como profesionales sanitarios...se presupone o, debería”.

“Se presupone o, debería”. Esa es para mí la clave: al profesional sanitario se nos presupone una cualidad humana excepcional en teoría inherente a nuestra profesión, pero esto no siempre se cumple, pues como seres humanos que somos a veces nuestros instintos primarios más egoístas luchan contra otros y se desvirtúan cualidades que son indispensables para brindar a nuestros pacientes esa calidez humana que debería formar parte de la calidad en la asistencia. Y puesto que todos somos humanos y, como tales, nos podemos equivocar y caer en esa desvirtualización, no está de más que echemos la vista atrás, hagamos examen de conciencia y valoremos en qué fallamos para mejorarlo.

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