El suicidio ampliado

Hace unos días leía una noticia en la prensa que hablaba sobre el caso de una mujer de México de 38 años que había matado a su padre y sus 3 hijos tras haber perdido la custodia de éstos. El padre de los niños había solicitado pruebas psicológicas para demostrar que no se encontraba capacitada para hacerse cargo de los niños; ella lo había denunciado a él por abusos a los mismos. Pero el juez le dio la razón a él, y ella decidió acabar con su vida y llevárselos con ella.

No es la primera vez que la prensa se hace eco de una noticia de estas características. Recordemos con este artículo el caso de la primavera pasada en Zaragoza, en el que la cuestión sobre si se trataba de un episodio más de violencia de género o de un suicidio ampliado dio para algún que otro debate. O este otro caso que recoge el Diario ABC en este artículo más reciente ocurrido en Teruel, esta vez frustrado.  Y también el caso Lubitz, una tragedia ocurrida en el mes de Marzo de 2015 cuya hipótesis explicativa describe el Dr. Traver desde el punto de vista psicopatológico en este post con la exquisita brillantez que suele caracterizar a sus escritos.

Así pues, ¿qué ocurre cuándo una persona decide acabar con la vida de otros además de con la propia? Desde el punto de vista psicopatológico este tipo de conducta atroz suele verse enmarcada dentro de cuadros depresivos graves que incluyen en su espectro sintomático un delirio de ruina y culpa. Esto es, una persona que se encuentra deprimida y que en el contexto de su depresión presenta unas ideas irrefutables, irreductibles a toda argumentación lógica que implican un futuro desastroso tanto para ella como para sus familiares y, por tanto, la única forma de dar fin a este intenso sufrimiento es la muerte para todos.

Así es como los psiquiatras explicamos que una persona sea capaz de asesinar cruelmente a un ser querido como un padre o un hijo, considerando la dimensión psicopatológica del acto. Para estas personas, el hecho de matar a un ser querido deja de ser un acto criminal y pasa a ser un acto de características altruistas que tiene como finalidad liberar a otros de un sufrimiento que sólo ellos, en su delirio, son capaces de sentir. Estaríamos así ante lo que llamamos un Trastorno Depresivo Mayor Grave con síntomas psicóticos.

Más complejos de explicar resultan casos como el de Lubitz, el piloto que estrelló un avión lleno de pasajeros en los Alpes hace algo más de dos años. En este caso, la hipótesis del suicidio ampliado no acababa de encajar puesto que nos faltaba la premisa de que las víctimas no eran personas allegadas al piloto y, generalmente, un suicidio ampliado además de producirse en el contexto de una depresión grave se centra en el entorno familiar más cercano del paciente. ¿Qué pudo ocurrir entonces en este caso? Una primera hipótesis nos habla de la posibilidad de que el piloto fuera un psicópata corriente que decidió matar matándose, pero los medios se hacían eco de los problemas de salud mental que Lubitz arrastraba desde hacía un tiempo y que además escondía con el fin de no ver frustrado su deseo de ser piloto.

Se hablaba de depresión y, en efecto, tal y como expone el Dr. Traver en su post, la patología mental grave parece estar presente en este caso, pero no en forma de depresión sino en forma de un trastorno psicótico incipiente, en fase de desarrollo, que acabó con la peor de las consecuencias posibles.

Afortunadamente no es frecuente que los trastornos mentales, tanto depresivos como psicóticos, tengan estas consecuencias. Pero es importante poder comprender los porqués y la importancia de un adecuado tratamiento de los mismos.

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